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Te piden algo y aunque no puedes, no quieres o no debes, dices que sí, por compromiso, por no parecer egoísta, por miedo a decepcionar, y ese sí te estira por dentro, te sobrecarga, te frustra, pero ahí vas, cumpliendo lo que no debiste aceptar porque eres líder, ¿no? Y los líderes se supone que no fallan, no dicen que no. Decir que sí cuando querías decir que no es traicionarte en silencio. Llenas tu agenda de compromisos que no suman, ocupas tu energía en tareas que no deberías asumir y lo sabes, y haces de más y te respetan menos. Cada vez que cedes por ring, no incomodar te vuelves menos claro, menos coherente y, desde luego, menos confiable, porque al final no solo estás mintiendo al otro, te estás mintiendo a ti.

Aprender a decir que no no es un acto de dureza, es un acto más bien de honestidad, y la honestidad es la base de cualquier liderazgo auténtico. Prueba con esto, revisa tus motivos antes de responder. ¿Estás diciendo sí por miedo o más bien por convicción? Aprende a decir no con respeto, pero sin justificarte de más. A veces basta con ahora mismo no puedo comprometerme con esto, lo siento.

Recuerda que cada sí que das es un no a algo importante, tu energía, tu foco, tu gente, tú mismo, tu familia. Liderar es priorizar, y priorizar requiere también aprender a soltar. Este ha sido el error número 13 de los gordos, y si lo quieres trabajar, en serio, prueba con un minicurso que hemos preparado para trabajar este tema, que incluye guía para identificar tus límites reales, frases clave para poner límites con respeto y ejercicios para cultivar la asertividad sin perder la empatía. Recuerda que decir que sí a todo es la forma más rápida de decirte que no a ti mismo. Hasta el próximo episodio.